Lo tenía “todo” pero no era feliz

 

Toda mi vida me he sentido insegura. A pesar de mis estudios, de mis buenas notas, de tener 4 másters y múltiples certificaciones, de ser muy trabajadora y darlo todo… siempre he sentido que no valía “lo suficiente”.  Mi lema era siempre más:

  • cuando acabe la carrera,
  • cuando consiga mi primer trabajo en una multinacional,
  • cuando promocione,
  • cuando conozca a alguien,
  • cuando tenga un piso…

Y  ¿sabes qué? Que un día me ví con 35 años, trabajo en una multinacional en un puesto en Ingeniería como Responsable de Instalaciones, con un piso… y me dije:¿ya está? ¿esto es todo? Mis amigos empezaron a casarse, pero ¡yo no quería casarme! Sentía como que mi vida se había acabado y ya tocaba “asentarse” y yo ¡no quería eso!! …

Me dí cuenta que el plan “pre-definido” de vida que me habían contado (carrera > trabajo > casa > pareja > hijos…) no era para mi...

¿porqué lo tenía “todo” y no era feliz? ¿porque nunca me sentía suficiente? ¿porque siempre dudaba de mi misma? 

 

 

Empieza la búsqueda…

Para mí,

“Algo no se puede solucionar si no sabes a qué es debido.”

Aquí empezó una búsqueda de años por encontrar la causa raíz:

  • ¿por qué nunca me sentía suficiente?
  • ¿para qué tanta auto-exigencia agotadora?
  • ¿por qué dudaba continuamente de mis decisiones? …

Durante todo ese tiempo siempre pensé “que algo fallaba en mí”.  Para “ir adentro” la herramienta que más me sirvió tras probar múltiples psiquiatras y psicólogos fué el coaching. Yo necesitaba encontrar respuestas dentro de mí. No sentía que estuviera loca, sentía un vacío dentro de mí… y no quería que “me dijeran lo que tenía que hacer”, sino buscaba a alguien para ayudarme a explorar mi mundo interior… Cuestionarme qué estaba haciendo, por qué, para qué, para quién…

Empecé a formarme intensamente en todo lo referente a conocer a las personas: coaching, programación neurolinguística, inteligencia emocional, yoga, reiki, trabajo de respiración, comunicación no violenta… En cada formación me iba transformando, porque practicábamos unxs con otrxs…

Uno de mis grandes descubrimientos durante esta transformación, fue recordar quién quería ser yo de mayor: juez, azafata y arquitecta… Recordé que yo quería estudiar idiomas, viajar por el mundo y ¡¡¡defender los derechos de los más débiles!!!  Y sin embargo, había estudiado Ingeniería que fue lo que mi madre me dijo que era mejor… Años más tarde me dí cuenta que fue en este momento cuando tomé la decisión inconsciente de dejar de tomar decisiones por mi misma… ¡¡para depender de “los consejos” y punto de vista de los demás!!

 

Tomo una decisión y… ¡sorpresa!

Darme cuenta de lo que me pasaba me ayudó a empezar a tomar decisiones diferentes.

Decidí que el siguiente ERE (había uno cada dos años aproximadamente), dejaba ese trabajo. Mientras tanto intensifiqué las formaciones de cara a mi futuro emprendimiento …

¡¡Y llegó la oportunidad!

Un ERE con condiciones excepcionales dónde además se nos daba la opción a apuntarnos. Y he aquí mi primera decisión valiente: dejé el trabajo en la multinacional para ejercer el coaching!! La sorpresa para mi vino a partir de aquí…

En Navidades, aprovechando mi viaje a casa, se lo comuniqué a mi familia más cercana: mi madre y mi hermano. Les dije:

“No soy feliz en ese trabajo y he decidido dejar la empresa para lanzarme en el mundo del coaching. El próximo año hay un ERE y me voy a apuntar.”

Mi madre se puso hecha una fiera: “¡¡Estás loca!! ¡Dejar un trabajo “bueno”!! ¿dónde se ha visto? ¡Pon los pies en la Tierra!! ¿qué vas a hacer ahora?”. Mi hermano me dijo: “Pues puedes venirte a Galicia a hacer empanadas”.

¿¿¿¿En serio???? ¡¡no me lo podía creer!!

Pensé que había sido el shock inicial, y que era normal que mi familia proyectara sus miedos sobre mí: ¡quieren protegerme!” -pensé…

Pero estaba equivocada. Los siguientes días se intensificó el acoso para que no lo hiciera. No me sentía escuchada ni respetada… “¡soy una adulta! ¡no estoy pidiendo permiso! sólo informando…” -pensaba. En los siguientes seis meses hasta que llegó el ERE, cada quedada familiar era una lucha dos-contra-una para que “no dejara la empresa”, daba igual que no fuera feliz… 

 

Volviendo “a casa”

Empecé a ejercer como coach… y entonces empezaron a salir todas mis inseguridades… Pasaron tres años en los que me tocó lidiar con muchas cosas… pero sentía que no había llegada aún ¡¡a esa causa-raíz!! 

En medio de todo esto, causalidades de la vida, me tocó volver a casa de mi madre. Estaba de viaje por Asia y un problema con mi pasaporte me trajo de vuelta directamente allí pues mi casa estaba alquilada…

Desde el día uno de convivencia, las discusiones y diferencias eran continuas…  Yo pensaba que era normal pues ambas habíamos vivido solas muchos años. Mi plan era buscar casa e irme lo antes posible… y mientras tanto, si cocinaba, mi madre se enfadaba, y acababa diciéndome que yo cocinaba mal, asi que dejé de hacerlo. Si limpiaba los baños, mi madre decía que lo hacía mal, que el lavabo estaba sucio,… dejé de hacerlo… Hacía yoga en mi habitación, mi madre me espiaba desde la terraza y luego decía que estaba en una secta y que hacía rezos extraños… dejé de hacerlo… Para evitar su ira y el conflicto dejé poco a poco de hacer lo que me hacía sentir bien. Y esto fué un camino de caída hacia la falta de autovalor y autoestima…

 

Aceptando a la víctima

Empezaron a llegarme clientes con problemas de relaciones, con problemas de abuso emocional, de parejas narcisistas, de dependencia emocional… y empecé a leer y formarme en esto para poder hacer mejor mi labor de acompañamiento…

Mi amiga Almudena -gracias almu!!-, psicóloga y coach, me hizo llegar información sobre el narcisismo, y dije “¡Estupendo! Me viene muy bien para entender todo esto!!” Ahí se me pasó por la cabeza: “¡Huy! Esto parece que encaja con cómo mi madre se comporta conmigo!”… pero luego desprecié este pensamiento… “nooooo, lo mio no es tan grave!!”…

Un día, tras una sesión dónde la cliente me contó lo que le sucedía y que no entendía lo que le pasaba, le fuí explicando paso a paso qué le sucedía, y cómo estaba siendo manipulada y abusada por su pareja… Al hacer la “check-list” en mi cabeza para irselo explicando de repente me dí cuenta:

“¡Esto me pasa a mí! ¡ Mi pareja (en ese momento) cumple todos los requisitos! y además es igual que… ¡mi madre!” 

Cuando colgué el teléfono estaba en shock. Yo recordaba mi infancia y mi vida familiar como buena o muy buena.Yo me creía fuerte e independiente… y ahora debía empezar a asumir que era dependiente, o muy dependiente, de la aprobación y reconocimiento de los demás…

 

Negandolo todoooo

Empecé a decirme: “¡estás exagerando! ¡no es para tanto! ¡tanto estudiar se te está yendo la olla…!”. Me negaba lo que sentía, me negaba mi perspectiva…

Seguí estudiando, leyendo, y formándome. Busqué los mejores especialistas y expertos en España y EEUU: Iñaki Piñuel, Ross Rosemberg, Michele Lee Nieves, Meredith Miller (Inner Integration), Hija de Madre Narcisista (método RAN) … y los mejores autores: Pete Walker (Complex PTSD), Melani Tonia (Codependencia), Alice Miller, … y un largo etcétera… Y con cada libro, con cada vídeo, con cada curso iba entendiendo mi infancia, comportamientos de mi madre, de mi abuela, de la familia… El proceso lo viví con mucho dolor. Me sentía un bicho raro. Sentía que estaba “traicionando” a mi familia y eso me hacía no querer admitirlo, culparme y avergonzarme “de pensar así”.

Pero cuando entiendes los mecanismos que utilizan eres capaz de identificarlos “en directo” y observar qué está pasando: mira, ahora me está haciendo luz de gas, ahora me está manipulando con la culpa… Sin embargo, mi lealtad familiar me provocó un enorme conflicto interno y finalmente toqué fondo: mientras miraba por la ventana del sexto piso de mi madre miré hacia abajo y me vino un pensamiento rápido de dejarme caer y acabar con todo… ¡Me asusté! e inmediatamente me dije “¡No me voy a rendir!”. Admití dónde estaba, admití que estaba siendo víctima de mi madre narcisista, y admití que ahora no tenía porqué seguir soportando eso….

Y con la aceptación de qué me pasaba, al ponerle nombre y apellidos, empecé a tomar acción para salir de ahí. Encontré una casa y me mudé aprovechando la ausencia de mi madre, pues en las anteriores ocasiones acababa cediendo al chantaje emocional de la culpabilidad… y no me sentía fuerte para enfrentarla. Al poco de mudarme puse contacto cero pues me daba cuenta que cada llamada de ella me provocaba una fuerte reacción de estrés y ansiedad.

Después empecé a “ver narcisistas por todas partes”. Y realmente había muchas personas así en mi agenda. Hice limpieza de relaciones: amigos, conocidos  y familia. Como te podrás imaginar fué muy doloroso, y además me sentí muy sola: nadie que no lo haya padecido desde el chivo expiatorio es capaz de entenderlo. Porque el abuso narcisista es sutil, es oculto y necesitas estudiar la lógica retorcida del/de la abusadorx para entenderlo…

 

El contacto cero: sólo termina con el abuso externo

Puse contacto cero con mi madre. Y tuve que poner limites a mi familia para que no me hablasen de ella. Al principio me tocó lidiar con la culpabilidad, y cambiarla por responsabilidad personal y por devolver responsabilidades a la otra persona.

Cuando por fin estaba sola y tranquila, pensé que “ya está, se acabó…”, pero no. Mi abusadorx estaba en mi cabeza. Yo misma me fustigaba con mi crítica interna. Y ahí empieza otro trabajo enorme de conectar con tu amor y valor personales. Fácil decirlo, dificil hacerlo.

Me ha llevado años, y te mentiría si te dijera que no sigo trabajando en mi cada día. Pero mi actitud ahora es diferente: he dejado de machacarme por mis defectos o en lo que no tengo… y ¡¡me enfoco en lo que sí tengo para avanzar y en mis fortalezas para seguir adelante!!

 

Un proceso largo y solitario

Para mi todos estos años han supuesto una gran búsqueda de respuestas en libros, cursos, formaciones, viajes, y profesionales. Muchos profesionales, otros no tanto. Y algunas de estas personas fueron dándome pistas y claves hasta que logré ponerle nombre  (gracias Almu) a mi problema y empecé a tomar acción para salir de ahí.

Y durante este proceso me he sentido muy sola, perdida, triste… ¡y que nadie me entendía! Y esto fué lo que me llevó a querer ayudar a otras personas para que no pasaran por esto mismo solas.

 

Si tu historia es similar a la mía, ¡¡por supuesto puedes solx!! pero te invito a que tomes acción por ti: ¡prueba una sesión conmigo para obtener claridad y calma! ¡Te espero!

 

Colaboraciones en Radio y TV

Certificaciones y Acreditaciones